Una mordaz y paradójica aplicación del razonamiento lógico conocido como modus tollens (la negación del consecuente conduce a la negación del antecedente):
Si Dios existe, entonces su existencia es científicamente indemostrable.
Es así que la existencia de Dios es científicamente demostrable (es decir, no es científicamente indemostrable).
Ergo, Dios no existe.
Conclusión lógica: si la existencia de Dios es científicamente demostrable, entonces Dios no existe.
Conclusión epistemológica: las demostraciones científicas siempre terminan por arruinarlo todo.
Conclusión teológica: "virgencita, virgencita, que me quede como estoy".
Si Dios existe, entonces su existencia es científicamente indemostrable.
Es así que la existencia de Dios es científicamente demostrable (es decir, no es científicamente indemostrable).
Ergo, Dios no existe.
Conclusión lógica: si la existencia de Dios es científicamente demostrable, entonces Dios no existe.
Conclusión epistemológica: las demostraciones científicas siempre terminan por arruinarlo todo.
Conclusión teológica: "virgencita, virgencita, que me quede como estoy".
El dios judeocristiano (el "nuestro", vamos) tiene tres fuentes de conocimiento: la fe, la Biblia y la tradición (con sus variantes: autoridad eclesiástica, tradición cultural, etc.). La fe es puramente volitiva. La Biblia es un sinsentido (se supone que está inspirada por el Logos supremo, pero ese mismo Logos aniquila a Jericó en un capítulo y llama al amor al enemigo en otro). La tradición es pura repetición y no es fuente de nada (tiene la misma validez que cualquier leyenda urbana que se transmite de boca en boca durante años).
ResponderEliminarYo, sinceramente, sin fuentes no me creo nada. Que luego valgan o no es otra cosa. Y las de Yaveh, evidentemente, no valen por sí mismas.