"Del mito al logos" (Vom Mythos zum Logos) es el título de una obra del filólogo alemán Wilhelm Nestle, escrita en el año 1940. Con esta expresión el autor quería significar la transición entre el pensamiento mágico y el racional. Sin embargo, en pleno siglo XXI, los terrenos del mito siguen siendo demasiado amplios, a costa del logos. Aun entendiendo que la frontera que las delimita no es una gruesa línea recta, sino un trazado sinuoso y sorprendente, conviene no confundir estas dos naciones. Es lo que trataremos de hacer aquí. Bienvenidos.

jueves, 17 de septiembre de 2009

La prostitución, la biología y la falacia naturalista

En un interesante artículo que he encontrado en la página web de 'Tercera Cultura', María Teresa Giménez Barbat plantea dos cuestiones de gran interés en relación con la prostitución.

En primer lugar afirma el carácter biológico último de esta práctica, desde una perspectiva naturalista: el esfuerzo reproductivo de las hembras (su 'inversión en la descendencia') es sin duda mayor que el de los machos, razón por la cual aquéllas tienden a mostrarse muy selectivas con éstos (no pueden quedarse con cualquiera, pues necesitan garantizar de forma fiable el futuro de su descendencia, que tantos esfuerzos le cuesta sacar adelante). De este modo, el sexo se convierte en un bien preciado y escaso, y las hembras pueden permitirse traficar con él: es la teoría de la inversión parental, de Robert Trivers. La prostitución no sería, de este modo, una práctica cultural, sino un comportamiento biológico en último término (aunque, por supuesto, mediado culturalmente en el caso de los seres humanos).

En segundo lugar, la autora sostiene -con buen criterio, entiendo- que el 'es' no implica el 'debe' (esta sería la falacia naturalista, mejor llamada problema del ser y el deber ser o 'guillotina de Hume') y que, por tanto, el carácter originariamente biológico de la prostitución no justifica su práctica ni mucho menos su regulación 'profesional'. Giménez Barbat rechaza la consideración de la prostitución como un oficio, pues se trata de una forma de explotación de la mujer por el hombre (y, en menor medida, del hombre por otros hombres).

La regulación de la prostitución es una cuestión polémica, y las propuestas que se cruzan sobre este particular pueden estar animadas, sin duda, por las mejores voluntades. Como ejemplo de argumento prorregulatorio -bastante flojo, en mi opinión- aquí tenéis un artículo de Javier Marías al respecto (he de decir que Marías es un magnífico escritor, pero un más que opinable sociólogo). Sin embargo, al menos uno de los argumentos en favor de la regulación de esta práctica descansa sobre la mentada falacia naturalista: puesto que la prostitución es una realidad inerradicable, debe ser entonces una realidad legalmente administrable. Puesto que existe, entonces debe existir.

No es el único argumento rebatible, pero pienso que es el más importante.

5 comentarios:

  1. La prostitución me desagrada de una forma particular. No me desagradan las prostitutas, sino eso que púdicamente llaman por ahí "clientes": los puteros. Me producen verdadera repugnancia. Pagar por mantener relaciones sexuales es propio de incapaces o, peor aún, de tíos (sí, "tíos") que creen que quien paga, manda, y que las prostitutas están para cumplir sus órdenes sin rechistar. No es un trabajo. Y si se considera que lo es, veamos quién tiene las santas narices de organizar escuelas de formación profesional de diferentes grados: el medio para prostitutas corrientillas, y el superior para las que se saben vestir un Armani.

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  2. Hay un artículo, más extenso, sobre el tema de la misma autora en el nº 187 (noviembre 2008) de Claves de Razón Práctica. En la misma línea, aunque, claro, más argumentado. Se nota que la autora es antropóloga: tiene la mente más clara y más abierta que la gran mayoría de quienes participan en este tipo de debates (que casi siempre se quedan en el más pobre moralismo).

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  3. Por suerte, hay planteamientos y desarrollos de lo que sería una Psicología Evolucionista, que no tiene nada que ver con la ideología (que hoy parece estar calando tanto en nuestra sociedad) de los etólogos y sociobiólogos que pretenden explicar los comportamientos sociales humanos.
    Dos ejemplos históricos sería los de los psicólogos funcionalistas y constructivistas, James Mark Baldwin (1861-1934) y Jean Piaget (1896-1980)
    Dejo una breve referencia a Baldwin, disponible en la Red:

    http://psychclassics.yorku.ca/Baldwin/murchison.htm

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  4. Por otro lado, creo que no deberíamos ser tan autocomplacientes con esos planteamientos que han hecho esos psico-etólogos y sociobiólogos, en relación precisamente a la 'falacia naturalista', ya que como pone en la Wikipedia:

    "El conocimiento que brinda la psicología evolucionista no supone el aceptar un punto de vista moral en el comportamiento de la gente, no más que el hecho de que entender cómo funciona el cáncer suponga el perdonar o justificar su existencia. La atribución de un valor moral a un conocimiento científico se conoce como la Falacia Naturalista y plantea un límite infranqueable para la ciencia a la hora de establecer valores morales.
    Hay que decir que esta falacia responde a una tendencia errónea de nuestra mente que es fácil de explicar de acuerdo con la EP ya que nuestros conocimientos afectan a nuestros intereses y ambos, a su vez, a nuestras percepciones morales con el objetivo de favorecer nuestra supervivencia y reproducción. Esta relación es fundamentalmente inconsciente y solo el intelecto consciente es capaz de superar esta falacia.
    Sin embargo, aunque ninguna ciencia puede establecer valores morales, es indudable que influye en ellos. El mismo argumento anterior que explica la falacia demuestra también que eso es así. Por otro lado la PE tiene potencial para explicar como funcionan nuestras percepciones morales, ya que por el mismo hecho de existir y ser universales, responden a unos mecanismos específicos diseñados con una funcionalidad adaptativa (por ejemplo, valorar y premiar la lealtad podría haber ayudado a nuestros antepasados a garantizar la "devolución de favores" en tiempos de escasez: hoy yo yo comparto mi caza contigo, pero cuando tu cacería tenga éxito espero que lo hagas tu. En la práctica, este mecanismo de premios y castigos es mucho más fácil de implementar -y por tanto de beneficiar a los genes de cada miembro de una especie-, si dichos individuos han desarrollado una repugnancia natural hacia la deslealtad).
    Por tanto, la influencia de la PE en los aspectos de la naturaleza humana que afectan a las creencias e ideologías es evidente. Eso explica la controversia que despierta. Como se ha visto, la PE cuestiona el modelo estandar de las ciencias sociales. Steven Pinker en su influyente The Blank Slate, the modern denial of human nature traducido en español como la tabla rasa divulga la controversia desde el punto de vista de la PE."

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  5. Supongo que puede interesarles conocer el punto de vista de un "repugnante" putero, como nos califica Mado. Para ello pinchen en mi nombre.

    Un saludo.

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