"Del mito al logos" (Vom Mythos zum Logos) es el título de una obra del filólogo alemán Wilhelm Nestle, escrita en el año 1940. Con esta expresión el autor quería significar la transición entre el pensamiento mágico y el racional. Sin embargo, en pleno siglo XXI, los terrenos del mito siguen siendo demasiado amplios, a costa del logos. Aun entendiendo que la frontera que las delimita no es una gruesa línea recta, sino un trazado sinuoso y sorprendente, conviene no confundir estas dos naciones. Es lo que trataremos de hacer aquí. Bienvenidos.

sábado, 5 de septiembre de 2009

A modo de presentación: los espacios usurpados por el pensamiento mítico

Transitar del mito al logos no es algo que hayan hecho, de una vez por todas, los filósofos jonios en el sexto siglo antes de Cristo. La historia de la filosofía no es la de un desenvolvimiento más o menos tortuoso del pensamiento -à la Hegel- a partir de una iluminación inicial y definitiva; es más bien la historia de un viaje sin brújula a través de terrenos escabrosos y a veces espesos, un viaje bajo las continuas acechanzas de viejas nostalgias que le hacen a uno dar la vuelta en más ocasiones de las convenientes.

Yo quiero pensar que, pese a todo, el itinerario global conduce a alguna parte. Tal vez seamos nosotros quienes fabricamos el horizonte mientras caminamos hacia él. No lo sé. Lo que sí sé es que el viejo sueño ilustrado de la historia como progreso no encaja con la realidad tal y como la percibimos en este siglo XXI. Los enciclopedistas franceses estaban equivocados, al igual que lo estaban Feuerbach, Marx e incluso Comte. ¿Habrá resultado vencedor, muy a su pesar, el existencialismo sartriano o la desesperanzada Escuela de Frankfurt? Tampoco lo sé.

En la aurora del tercer milenio -perdón por la expresión- los territorios del mito siguen siendo demasiado amplios, frente a un solar del logos crecientemente acotado. Me estremece observar que en pleno siglo XXI haya personas que continúen inmolándose por Alá (y es que no saben que al hacerlo pierden lo único que tienen y tendrán por toda la eternidad: su propia vida), o que en gran parte de nuestro planeta las mujeres tengan que cubrirse con burkas y chadores por mor de un salvajismo religioso que ni la persona más panglosiana podrá jamás justificar.

Pero también me estremece que en el país supuestamente más desarrollado del mundo casi la mitad de su población crea a pies juntillas que el universo fue creado hace seis mil años y que el Homo sapiens convivió con triceratops y estegosaurios, en una muestra igualmente impactante de salvajismo intelectual; también resulta aterradora la obsesión de ciertas creencias religiosas por la mortificación corporal gratuita o por la colección de viejos huesos y restos pútridos, que otros llaman "reliquias". Que una paloma fecundara a una virgen y que ésta lo siguiera siendo aun después de dar a luz puede resultar hasta gracioso, si no fuera por las pretensiones de racionalidad que los creyentes en tales delirios tratan de hacer valer, a veces con gran éxito.

Todos estos, y muchos más, son terrenos que el mito ha usurpado al logos -o tal vez no, tal vez el mito siempre ha ocupado estos lugares, y es culpa del logos el no haberse hecho valer- y que deben ser recuperados -o conquistados- para la causa de lo racional. Sin embargo, no debemos renunciar al mito; tan sólo debemos resituarlo en el lugar que le corresponde en la estructura del ser humano. Y este lugar es muy importante.

Poéticamente habita el hombre, escribió Heidegger, aunque él se refería a la poiesis griega, es decir, al hacer práctico y técnico del ser humano como forma de su existencia; tomémonos cierta libertad interpretativa sobre esta frase y concluiremos que, en efecto, el terreno de la poesía (el arte, la música, la literatura, la celebración, el baile, el teatro y muchas otras actividades) es el habitáculo de nuestra existencia, y esto forma parte del mito. ¿Quién podría renunciar a él (salvo, tal vez, algunos filósofos analíticos)? Aquí, el logos sólo es un instrumento para la excelencia del producto mítico (como las técnicas formales musicales en la composición de un cuarteto de cuerda o el conocimiento de la sintaxis y la gramática en la redacción de un cuento, por ejemplo). No se puede, no se debe, renunciar al mito como constituyente básico de nuestra naturaleza: ¿qué nos quedaría entonces, salvo el recurso a una razón autómata?

Sin embargo, acotar el terreno del mito es, hoy por hoy, un imperativo categórico. Tenemos que rendir aquellos recintos en los que el pensamiento mítico todavía se encuentra indebidamente atrincherado ¡y son tantos! El mito es astuto y travestido: lo que antes se llamaba "creación" hoy se ha bautizado como "diseño inteligente", lo que ayer eran "tendencias innatas de los organismos" hoy son "campos morfogenéticos", lo que antaño se conocía como "sanación por las manos" hoy responde al nombre de "tratamientos homeopáticos". An so on.

En este blog intentaré, con toda la modestia de la que soy capaz (que es mucha), desvelar algunos lugares por los que todavía transita el mito, en formas a veces insospechadas. No lo haré yo, por lo general: en cambio, trataré de resaltar aquellas aportaciones de quienes saben mucho más que quien esto firma. El mito puede esconderse -es astuto- en noticias de índole científica, social, cultural, pero también en la política y en la economía, e incluso en las noticias deportivas. Intentaré presentar tales aportaciones siempre en función de mi propio e imperfecto criterio (el único que tengo, me temo), pero estaré atento a cualquier comentario o reconvención razonada que me haga ver el error de mi punto de vista en un momento determinado.

Al mismo tiempo, dejaré al mito el espacio que creo se merece; y que es mucho, como antes apuntaba. También lo haré en forma de aportaciones externas: música, recensiones literarias o artísticas en general, poesía y similares.

Nadie debe preocuparse. Mis propias intervenciones en el blog serán muy ocasionales y, desde luego, no tendrán la longitud de esta inicial. Entiendo que no soy lo suficientemente interesante como para concitar la lectura voraz de quienes se aproximen a esta bitácora; espero que se me pueda disculpar lo prolijo de esta primera entrada, que es a fin de cuentas una declaración de intenciones.

Y ya se sabe que cuando alguien hace una declaración, tiende a ponerse muy serio y bastante pomposo.

No os distraigo más. Un saludo muy cordial, y nos vamos viendo por aquí.

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