"Del mito al logos" (Vom Mythos zum Logos) es el título de una obra del filólogo alemán Wilhelm Nestle, escrita en el año 1940. Con esta expresión el autor quería significar la transición entre el pensamiento mágico y el racional. Sin embargo, en pleno siglo XXI, los terrenos del mito siguen siendo demasiado amplios, a costa del logos. Aun entendiendo que la frontera que las delimita no es una gruesa línea recta, sino un trazado sinuoso y sorprendente, conviene no confundir estas dos naciones. Es lo que trataremos de hacer aquí. Bienvenidos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

El dinosaurio-pollo: espectáculo, ética y mundo feliz en las investigaciones científicas

He leído en la edición online de Público una curiosa noticia científica, que el periódico titula como Frakenstein Rex. Al parecer, dos científicos, un estadounidense y un canadiense, pretenden manipular genéticamente embriones de pollo para convertirlos en adultos híbridos entre ave y dinosaurio, aprovechando la similitud genética y la proximidad filogenética entre ambos taxones. Con independencia de la mayor o menor certidumbre de los fundamentos biológicos de tal pretensión, la noticia, tal y como la desarrolla el periódico, ofrece algunas pautas para la reflexión sobre ciertas formas de hacer ciencia. Nombraré sólo tres.

En primer lugar, la noción de ciencia-espectáculo o experimentación-espectáculo. No voy a negar el interés potencial de los resultados de una reprogramación genética que permita convertir a un pollo en un dinosaurio; sin embargo, el planteamiento experimental tiene una indudable vertiente mediática (uno de los científicos participantes asesoró a Spielberg en la película Parque Jurásico) y unas pretensiones finales que, por fuerza, tienen que concitar la atención del público en general y de los científicos en particular (éstos, desde un escepticismo mayor).

Creo que estos tropos hacia lo espectacular son parte inherente de la forma de hacer ciencia hoy en día, y no me parece mal. En este sentido, recuerdo la meganoticia de la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones (LHC en inglés) y su objetivo de verificar experimentalmente la existencia de la famosa 'partícula de Dios' o bosón de Higgs. Pero, a fecha de hoy, ¿dónde está toda esa tensión informativa que acompañó al arranque del LHC? De hecho, este dispositivo sufrió una avería al poco tiempo, y, hasta donde sé, todavía no ha generado resultados particularmente noticiables.

Con todo esto sólo quiero poner en claro mi escepticismo ante un encuadre mediático de ciertas noticias científicas que, al final, terminan trivializándolas. Como contrapartida, la gran mayoría de los trabajos experimentales de un sinfín de equipos y laboratorios permanece en la sombra, aun cuando sus posibles resultados puedan llegar a ser más trascendentales para la ciencia que los derivados de estos experimentáculos (híbrido entre experimento y espectáculo).

En segundo lugar, el manido recurso de muchos científicos a los aspectos y consecuencias éticas de sus trabajos. Los científicos no están ni mejor ni peor capacitados que el resto de los mortales para evaluar las dimensiones éticas de su labor: de hecho, la práctica científica es esencialmente amoral (tal vez deba serlo), sobre todo en estos tiempos, en los que la 'producción de conocimiento' ha pasado de ser una expresión metafórica a la designación literal de una actividad económica e industrial. Una actividad cuya razón instrumental (perdón por usar el vocabulario de la Escuela de Frankfurt) está preorientada al logro de determinados resultados en los libros de cuentas de las grandes empresas farmacéuticas, biotecnológicas e informáticas, entre otras. Hablar de la dimensión ética del trabajo científico, en general, es como hablar del valor artístico del marco de "Las Meninas" dentro de una valoración estética de esta obra, o algo por el estilo.

En tercer lugar, la encantadora ingenuidad de los científicos cuando hablan de los previsibles efectos benéficos para 'la humanidad' -nada menos- de su trabajo experimental. Este, el de los futuros efectos beneficiosos, es un clásico en la exposición divulgativa y mediática de muchas investigaciones en ciencias naturales. Y aquí muchos hombres de ciencia parecen vivir (y tal vez sea así) en un mundo perfecto, armónico y linealmente ensamblado en el que los productos epistémicos de la labor científica se aplican, de forma automática y por parte de gobiernos y empresas con un alto sentido de la responsabilidad, a la mejora de las condiciones de vida de las clases y comunidades más pobres. En el experimento que comento, por ejemplo, se llega a afirmar que

(...) si el proyecto planteado por Horner pudiera hacerse realidad, las capacidades necesarias para construir un dinosaurio a partir de un pollo permitirían hacer caminar a los paralíticos o curar los defectos genéticos.

Estoy seguro de que más de un investigador, desde el campo de pruebas de su laboratorio, ha llegado a afirmar que la manipulación genética de semillas iba a favorecer un mayor rendimiento de las cosechas, algo que beneficiaría a los campesinos de los países más subdesarrollados, o que la investigación farmacológica sobre el virus del SIDA iba a producir vacunas que atenuarían la mortandad de esta enfermedad, sobre todo en África. Dos falsaciones popperianas a tales pretensiones: la estrategia de la empresa Monsanto para con los campesinos pobres y la extensión del SIDA en el continente negro.

Termino. No prejuzgo las intenciones ni los resultados finales del experimento del dinosaurio-pollo, ni afirmo que esté transido de oscuras intenciones de poderosos grupos económicos y financieros para montar un negocio de técnicas de regeneración biológica de brazos y piernas. Pienso sólo que la noticia presenta algunos rasgos típicos del perfil divulgativo y mediático que, a día de hoy, ejemplifica ciertos vicios de la ciencia industrial contemporánea.

Por lo demás, ojalá el experimento aporte conclusiones interesantes y, de aquí a unos años, podamos contemplar el surgimiento de dinopollerías y la aparición del sexador de pollosaurios en el catálogo de actividades laborales.

PS. Por cierto, se anuncian tiempos recios para la 'economía del conocimiento' en España por el recorte presupuestario previsto en I+D+i, como titula la edición online de El País. Y todo eso, a pesar del "cambio de modelo productivo" de la economía española que supuestamente está impulsano el presidente Rodríguez Zapatero.


1 comentario:

  1. El dispositivo del LHC no sufrió una avería. Fue fulminado por un rayo divino y a sus responsables se le expulsó del Paraíso y se les confundieron sus lenguas.

    Muy interesante el artículo, Macomuico. Muy matizado y, a la vez, muy directo. Así da gusto. De todos modos, la ciencia mediática y vinculada al poder económico no es un fenómeno nuevo, en absoluto. Hoy en día tiene estas características, pero lo de anunciar a bombo y platillo un invento o lo de buscar beneficios económicos concretos a la "producción del conocimiento" es bastante más viejo de lo que creemos, y no sólo en las sociedades capitalistas. Y seguramente sea inevitable.

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