"Del mito al logos" (Vom Mythos zum Logos) es el título de una obra del filólogo alemán Wilhelm Nestle, escrita en el año 1940. Con esta expresión el autor quería significar la transición entre el pensamiento mágico y el racional. Sin embargo, en pleno siglo XXI, los terrenos del mito siguen siendo demasiado amplios, a costa del logos. Aun entendiendo que la frontera que las delimita no es una gruesa línea recta, sino un trazado sinuoso y sorprendente, conviene no confundir estas dos naciones. Es lo que trataremos de hacer aquí. Bienvenidos.

sábado, 18 de septiembre de 2010

La ligereza argumental en el arte de Cúchares (y lo que te rondaré, morena)

En la presentación de su último libro, 'Tauroética', el filósofo Fernando Savater arremete contra los antitaurinos esgrimiendo dos argumentos que no se habían considerado en la última entrada de este blog. También incluye el pensador vasco una descalificación del movimiento antitaurino, al que tilda de 'bárbaro' por el hecho de que "determinadas personas se pinten con pintura roja y se arrastren por el suelo haciendo de toro herido y confundan la sangre de las personas con la de los animales". Si nos atenemos a la definición de barbarie del sociólogo Tzvetan Todorov -barbarie es la actitud de aquellos seres humanos que niegan la condición de humanidad de otros seres humanos- entonces el calificativo de Savater no parece pertinente; tampoco lo serían, por cierto, las soflamas que los antitaurinos lanzan a los cuatro vientos en relación con el carácter 'bárbaro' de la fiesta nacional. De todos modos es esta una cuestión de definiciones, y uno puede tomarlas o dejarlas en función de sus intereses retóricos. La de Todorov es una definición -a mí me gusta- que nadie está obligado a aceptar, pero que puede servir como referente en esta discusión.



En cuanto a los dos argumentos que esgrime Savater en favor de la tauromaquia,  los menciono a continuación.

 En primer lugar, el argumento del valor simbólico de las corridas de toros: las corridas ofician como la representación contemporánea de la lucha ancestral del hombre contra las bestias en el alborear de la civilización. Este argumento es, en parte, similar al argumento de la tradición o costumbre; la dimensión simbólica del arte tauromáquico, de ser cierta, no supone un valor añadido para esta práctica. Esta misma simbolización se puede lograr a través de otros medios -representaciones teatrales, artes plásticas o artes narrativas, por poner algunos ejemplos- de una naturaleza mucho menos cruenta. La condición simbólica no aporta un 'bonus track' moral al hecho o proceso que la porta. Los castigos de amputación de manos o pies, que rigen en el marco de la ley del talión, están cargados de simbolismo y no resultan especialmente edificantes. Lo mismo puede decirse de la mutilación genital femenina, de la quema de novias o de los asesinatos de honor. Por decir algo.



En segundo lugar, el argumento -de un mayor recorrido filosófico- que considera que el único ámbito de la ética es la regulación de las relaciones entre los seres humanos, y que no rige normativamente en la relación entre el hombre y los animales. Supongo que esta apreciación es más que discutible; por ejemplo, filósofos como Peter Singer discreparían de ella abiertamente. En cualquier caso, y sin entrar en mayores profundidades, la aceptación de esta tesis no puede ir de la mano con la justificación de cualquier tipo de comportamiento con los animales; el comportamiento cruel con cierto seres vivos -arrancarle las patas a una araña, achicharrar a un saltamontes, encerrar a un gato en un saco y echarlo al río o banderillear, picar y estocar a un morlaco agotado y sangrante- es un arma arrojadiza de ida y vuelta cuyas consecuencias estallan delante el espejo de nuestra propia imagen; ya se sabe, somos lo que hacemos, o algo por el estilo.

En todo caso, y con esto termino, ninguno de estos dos argumentos -el del carácter simbólico y el de la no pertinencia ética- enfrenta con éxito lo que se ha considerado como formulación básica del argumentario antitaurino: la injustificabilidad del trato deliberada e innecesariamente cruel  a que se somete al toro.

5 comentarios:

  1. ¿Te has dado cuenta de que al poner letras en rojo sobre un fondo gris resulta casi ilegible e hiriente para los ojos?
    Gracias

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  2. Según el amigo Savater, los animales no tienen derechos: ¿no tenemos los humanos el deber ético de evitar inflingir sufrimientos, y menos gratuitos? Tampoco la ética regiría las relaciones de los humanos con los animales, que estarían a nuestra disposición para hacer lo que nos plazca. Seguidor destacado de esta teoría sería el valenciano al que denunciamos y detuvieron por estar majando a palos a una desdichada perrilla. Declaró: ¿No es mía? ¿No puedo hacer con ella lo quiera? Me relaja mucho, me quedo muy descansado después de darle una buena paliza. El taurino, y Savater, que creen que la tortura y sacrificio rituales de un animal no son en absoluto criticables desde el punto de vista ético, dirán: ¿No puedo hacer lo que quiera con el animal? ¿Y lo descansado que me quedo después de ver transformar al toro -al que digo amar- en un guiñapo sanguinolento y mutilado?
    Rafael Ávila

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  3. ¿Tauroética? ¿No fue él el que dijo que "la moral trata de las relaciones con nuestros semejantes y no con el resto de la naturaleza"? Savater es mi ídolo :P

    Enhorabuena por el blog (y los posts).

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  4. Respuesta a Félix Ares: sí, me he dado cuenta del efecto tan incómodo que provocan las letras rojas sobre fondo gris. Me equivoqué al cambiarlas de color (quería que el color de esas letras fuese más claro)y, aunque parezca increíble, no consigo quitar ese color rojo tan chillón. Seguiré intentándolo.

    Un saludo.

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