Planteo una hipótesis antropológica harto discutible -seguramente falsa- pero de gran utilidad metafórica: si consideramos que los chamanes son los predecesores de los actuales científicos (y cuántas veces no habremos comparado a los médicos con los brujos de la tribu) y que nuestros deportistas profesionales son los descendientes de los antiguos cazadores, entonces los españoles nos estamos convirtiendo en una tribu que otorga más importancia a sus cazadores -a tenor de este artículo del diario El País- que a sus chamanes -si hemos de creer esta noticia, extraída del mismo periódico.Para una sociedad de cazadores-recolectores, esta sería una magnífica transformación social. El problema -me temo- es que España no es una sociedad de cazadores-recolectores. ¿O sí?
Tal vez ha llegado el momento de que nuestro país inicie de una vez su propia revolución neolítica.
Tal vez ha llegado el momento de que nuestro país inicie de una vez su propia revolución neolítica.
La verdad, no sé si me gusta el proceso de neolitización. Mejor dicho: sí lo sé, y no me parece apetecible lo del sudor de la frente, etc., etc. Me quedo con el papel recolector de mejillones, estilo epipaleolítico del sur peninsular. Poca caza, que cansa mucho, y a ponerse morado de mejillones, como los belgas; pero sin patatas fritas, que no se hacía aceite de oliva ni se había descubierto América.
ResponderEliminarEn la España de hoy, además de chamanes y cazadores tenemos gallitos de corral. Mucho me temo que quien pone en el disparadero de la fama y el dinero a los cazadores son esos gallitos. Muchos han aprendido la lección, y no usan los correajes estilo falangista: existen correas bastante mejores.
Hombre, yo creo que los chamanes son más bien los antecesores de los sacerdotes y los cazadores los antecesores de los guerreros. Y los guerreros se impusieron políticamente a los sacerdotes hace mucho tiempo, aunque para aliarse y gobernar juntos bajo la figura religiosa y militar del Rey. En la actualidad hay científicos, que en el mejor de los casos nos enseñan y nos ayudan a superar sacerdocios, y deportistas profesionales, que al menos nos entretienen. Pero sacerdotes y militares sigue habiendo muchos, y siguen sin servir absolutamente para nada.
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